La CURRA de los CUENTOS

miércoles, 30 de noviembre de 2016

No me iré del todo
Cuando me vaya no me iré del todo, me quedaré en pedacitos, en trozos regados aquí y allá. El ruido de mis pasos dejaré, el sonido de mi voz cantará en el viento.
No me iré del todo, dejaré en susurros a tu oído palabras que te consuelen. Dejaré los sueños que no realicé. Dejaré palabras que no escribí. Se quedarán lienzos en blanco y los colores dispuestos.
Me iré pero no del todo, sigo caminando, dejando huella indeleble. Etéreo, percibido solo en tu memoria dejo para siempre mi recuerdo.
Aureliano García Haros.



viernes, 25 de noviembre de 2016

El Sol enamorado de la Luna.
Leyenda de origen maya. Hace mucho tiempo el Dios Sol se enamoró de la Luna. Empezó a regalarle sus rayos, pero la Luna permanecía fría en su helada blancura.
"¿Qué podré hacer para conquistarla?", se decía el Sol, hasta que tuvo una idea: "Todos los días cruzaré frente a la casa de la Luna cargando un venado en mis hombros: sin duda quedará cautivada por mi habilidad de gran cazador".
Pero en vez de cazar, agarró una piel de venado y la rellenó de ceniza: "Así no me cansaré", pensó satisfecho.
Y así, todas las tardes, a la hora del ocaso, cuando la Luna se disponía a salir, el Sol cruzaba frente a ella con el falso venado a cuestas.
Pasaron los días y, justo cuando la Luna empezaba a mostrar cierto interés en lo que hacía el dios, el Sol estaba tan emocionado que se tropezó, el falso venado fue a chocar contra unos arbustos llenos de espinas, la piel se rasgó y dejó tras de sí un reguero de ceniza incandescente.
Esa noche el cielo se llenó de estrellas.
Fue un espectáculo prodigioso para el Sol, para la Luna y para todos los hombres, que desde entonces levantan asombrados los ojos hacia el cielo e intentan contar las estrellas.